Betty Elizalde: "De chica me agarraba a las trompadas


Argentina.- Está frente a un micrófono apagado y una vida encendida. La suya. Un laberinto de historias —narradas en su mayoría con su humor exquisito y esa voz que Dios, o quién sabe, le dio— al que, con los años, supo encontrarle la salida. Por eso puede entrar, jugar en el recuerdo y salir cuántas veces quiera. "No tuve una vida fácil, pero tampoco me quejo demasiado. Sólo que a veces me sale el costado melodramático de la nena que tuvo una infancia dura... pero igual fue feliz. Con algunos golpes, y muchos altibajos, me fui construyendo. La mía era una familia de clase baja, que venía de la pobreza, pero no de la indigencia. Y me tuve que acostumbrar más a desear que a tener", tira con gracia sobre la mesa de la radio, un escenario en el que Betty Elizalde sabe convertir las palabras en imágenes. Sabe contar. Tiene qué contar.

Fuente: Clarin.com

Afuera, el silencio del feriado abruma. Adentro, el silencio de los otros se impone. Su voz atrapa, su gestualidad envuelve y ella, por momentos, hace de la entrevista casi un stand-up (monólogo de humor en primera persona). Desde ahí, y casi caprichosamente, empiezan a enhebrarse esos deseos con destino de carencia. Como la bici que esperó cada 6 de enero. O cualquier día del año. Y nunca llegó.

A lo largo de la hora y media de entrevista, esperar se volvió un verbo repetido, casi un lugar común de su camino que descubre mientras habla. "De nena, mi sueño no era la muñeca. Era la bicicleta. Resulta que yo era muy buena jugando al polo en bicicleta y todas las chicas que tenían bici y palo eran pésimas. Entonces me quedaba al costado de la cancha y, cuando la cosa se ponía difícil, alguna se bajaba y me la daba para defender el partido. Pero después me iba a casa caminando", recuerda en un tono que exagera la pena, pero que prepara el terreno para lo que vendrá: "Quería tanto, pero tanto la bicicleta propia, que le escribí miles de cartas a la Fundación Evita, porque había escuchado que te regalaban lo que necesitabas. Y hoy te digo que si a mí no me la dieron, sinceramente no se la deben haber dado a nadie... No te imaginás las cartas que escribía, dolorosas, con textos desgarradores. Y sólo me contestaban sí, querida, ya te la vamos a hacer llegar".

Y el tópico se cierra con el dato de que "a los 18 años, cuando empecé a trabajar —con suplencias en radio, en época de la tanda en vivo—, tuve la chance de comprármela, pero no era lo mismo. Yo quería que alguien me la diera. Hasta que un día, hace 25 años, tal vez hinchado las pelotas de este cuento, mi marido me la regaló para un cumpleaños".

La nena criada en Hurlingham —fue "a una escuela de monjas en Devoto porque mi madre consiguió una beca"— también tuvo en el piano otro sueño frustrado: "Mi vieja me mandó a estudiar y me iba muy bien, pero un día la profesora le dijo señora, si no le compra un piano la chica no va a avanzar. Cuestión, dejé piano... pero siempre me las rebuscaba. Tenía una amiga que tenía un piano de la puta madre, con mandarinas encima y todo —otra de sus obsesiones, ver La anécdota— y no le gustaba estudiar música. Yo me sentaba en la puerta de su casa, y cuando terminaba su clase, yo entraba y practicaba".

Hija de un bancario y una ama de casa, comparte que antes de definir su vocación —el año que viene cumple 50 años de oficio— "quise ser bailarina y a los 12, trapecista. Me anoté en un circo, pero mi viejo no me firmó la autorización. Igual, me construyó un trapecio en casa. Y después se me ocurrió ser paracaidista y, más tarde, médica". Sin embargo, un día, mientras participaba con sus compañeros del secundario en Tres preguntas por 80 pesos, por Splendid, quedó seducida por la famosa magia de la radio. Recuerda que cuando salió dijo "yo quiero estar en ese mundo. Llegué a casa, lo conté y fue una especie de drama".

Tu madre te dijo "no te podemos comprar un radio..."

No, fue peor. Dijo "no queremos putas en esta casa". Y ahí entró mi tía Haydeé a jugar un rol importante. Mis padres me cortaron los víveres, pero la tía me dio la plata para anotarme en el ISER.

Elegida hace unos días como Mujer de radio en los Premios Clarín Espectáculos, conduce todas las tardes Siempre Betty (por Radio Ciudad), tiene dos hijos, 68 años y mucha soltura para definirse: "Era muy varonera. Bueno, lo sigo siendo. Y de chica me agarraba a las trompadas, era una especie de Tigresa Acuña. Creo que siempre me gustó el mundo de los hombres". Y enseguida aclara que "casi tanto como el mundo de la radio, que es definitivamente mi lugar". No pudo ser trapecista ni paracaidista, pero se ve que el deseo estaba escondido en el aire.

1 comentario:

MARCOS dijo...

Me pongo de pie (aplausos)... excelente nota
Soy de paysandu marcos maldonado es mi nombre, soy Locutor y siempre escucho radio argentina es mi escuela, vivo en el interior y la unica formación es asi.
el final de la nota excelente, muchos rosamos con nuestra profesión y no nos damos cuenta,
hasta que caemos en este loco y hermoso mundo de la radio
mi mail radiofonico@gmail.com