Día del Lector | La lectura sorprendió a los bares porteños

25.08.09 - Argentina.- Belgrano y Tacuarí. En la puerta del bar San Martín, una fotocopia pegada sobre el vidrio anuncia el menú del día: entraña con papas españolas. El encargado del lugar desconoce que el 24 de agosto sea el Día del Lector y no cree que nadie, más allá de los oficinistas que pueblan el bar habitualmente, vaya a recitar poesía espontáneamente. Pero se equivoca.

Cuando falta poco para las cuatro de la tarde llega Lili Meier. Se anuncia como "narradora oral" y después de unos instantes de indecisión, se acomoda contra una de las paredes decoradas con el fileteado porteño. Ella forma parte de los "cuentacuentos" que en el Día del Lector -en homenaje a los 110 años del nacimiento de Jorge Luis Borges y por iniciativa del Ministerio de Cultura porteño- ayer recorrieron cafés de la Capital para leer un cuento o recitar una poesía.

Fuente: Clarin.com

Notas relacionadas: "Queremos rescatar nuestra literatura oral"; "La lectura no entusiasma a los chicos de hoy. ¿Acaso lo hacía en el pasado?"; "Día del lector, Agenda semanal".

Lili se acerca a una mesa y pregunta "¿Te puedo contar un cuento?". Muy concentrado en sus crucigramas, un señor de traje declina el ofrecimiento. Una mujer que orilla la cincuentena y viste un cangurito violeta no tiene nada de ánimo: "Hoy tengo un día horrible y no quiero escuchar a nadie".

El amor es uno de los temas que abordan los libros que Lili eligió. Pero no el único, también lleva en su bolso azul cuentos de terror, infantiles, y poemas de Horacio Quiroga, Eduardo Galeano y del poeta Armando Tejada Gómez. A pesar de las negativas, no se desanima. Cerca de la puerta, un hombre sonríe ante la llegada de su almuerzo: bife con papas fritas. Acepta gustoso la invitación de Lili y, mientras come, escucha "El reproche (Tango)SDRq, de Roberto Fontanarrosa. Al terminar Rodrigo Borda (ese es su nombre), se muestra conforme: la iniciativa le pareció muy "original y divertida".

En Clásica y Moderna el almuerzo le roba tiempo a la merienda. Son un poco más de las cuatro pero las papas fritas les ganan a las medialunas. Una voz llama al orden y Cristina Rodríguez, la narradora del festejo, les anuncia a los comensales que va a "regalarles algunas lecturas".

Las palabras de Eduardo Galeano suavizan el ruido del tránsito que viene de la avenida Callao. Llegan los aplausos y la pregunta que se repetirá al finalizar cada relato: "¿Tienen ganas de seguir?"

Más tarde es tiempo de los relatos infantiles. Silvia Finder Gam, Coordinadora del grupo de narradores, propone revivir las tardes de leche chocolatada y deleita al público con El globo azul. Al terminar el relato, una mujer abandona la mesa que compartía con su amiga; abre la puerta, pero escucha una promesa que la hace regresar: "Se viene otro de amor", dice Rodríguez. La mujer vuelve: "Es que quiero escuchar el de amor..."

En el café Bonafide de Charcas y Coronel Díaz irrumpe con una acompañante y libros viejos en una bolsa, Sergio Bonomo. Se presenta, reparte postales diseñadas para la ocasión, poemas de Rubén Darío y de Francisco de Quevedo y explica que viene a leer. Su repentina presencia sorprende. Casi todos desviarán la vista de su mesa para escuchar los poemas "Las tardes" y "Nubes", de Borges, así como el "Poema 18" de Girondo y "Playa" y "Cerveza", de Juan Gelman. Hasta aplauden al final.

La pausa no es sólo para los clientes sino también para todos los que están detrás de la barra, que siguen la lectura. "Los textos los eligió cada narrador, la única condición fue que fueran directos del libro, no de fotocopias", cuenta Bonomo. Una de las parroquianas, Alicia Ojeda Vázquez, hasta quiere invitar con un café a Bonomo y Angela, su acompañante. "La selección me pareció preciosa, especialmente Borges; ojalá el año que viene se repita", señala. Quiere que la literatura vuelva a sorprender a Buenos Aires.

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