Catupecu Machu | Una simetría imperfecta

06.11.09 - Argentina.- "La cinta de Moebius es algo casi perfecto -dice Fernando Ruiz Díaz sobre una de las dos obsesiones conceptuales en las que gira el nuevo álbum de Catupecu Machu que ayer llegó a las disquerías-. Digo casi porque para ser perfecto tendría que ser algo puro, y no lo es porque es una cinta doblada." Buscando hacia adelante la continuación del camino que se había cortado en 2006 con el trágico accidente sufrido por uno de sus dos fundadores, Gabriel Ruiz Díaz, Catupecu Machu pegó la vuelta en una cinta de Moebius y otra vez volvió a empezar de cero.

En la génesis de Simetría de Moebius , el primer disco de canciones nuevas sin la participación activa de su hermano menor, Fernando Ruiz Díaz, se autoimpuso un encierro al aire libre: dos semanas solo, en el campo de un amigo ubicado en las afueras de Buenos Aires, entre instrumentos y versos anotados en mil y un papeles de distintas formas y tamaños. "No entendía bien por qué me iba -confiesa-, pero no estaba pudiendo escribir o escribía menos, había algo que todavía no me cerraba, como que quería entenderle el sentido a este disco."

Fuente: LaNacion.com

Allí, en soledad, compuso el tema insignia del álbum, que le dio el título y le imprimió a la obra la segunda obsesión: la simetría. "La grabación fue un sinfín de simetrías, era algo que se nos presentaba constantemente y llegamos a convencernos de que la vida está compuesta por simetrías; que uno a veces no les presta atención, pero que siempre están ahí. Este es un disco simétrico y por eso creo que es el disco más Gabi de todos."

Entonces, aquello que comenzó como una gran ausencia terminó con una presencia total. Hasta aquí, el álbum de la banda más influido por Gabriel Ruiz Díaz había sido Cuadros dentro de cuadros (2002), en el que el bajista decidió no tocar el bajo. Ahora, "el disco más Gabi de todos" tiene, por momentos, tres bajos sobregrabados, todos tocados por Fernando, el guitarrista que, en esta ocasión, casi no toca la guitarra. "Las canciones tienen esa experimentación de Cuadros ..., pero de manera inconsciente. Hay una frase que tiene este disco y que yo les decía a los chicos [entiéndase Macabre, Herrlein y Sebastián Cáceres, los hermanos elegidos por Ruiz Díaz para su viaje musical] que nos define bien: «Nosotros sabemos lo que hacemos pero no hacemos lo que sabemos». Entonces, al no saber lo que hacemos, llegamos a lugares donde nunca estuvimos. Ni volveremos a estar, porque nos aburrimos muy rápido. Siempre nos gustó complicarnos la historia."

Fernando Ruiz Díaz es una tromba incontrolable arriba y abajo del escenario. Un músico que asegura no tener límites, pero que a los 40 años aprendió a convivir con su tormenta interior. "La incertidumbre permanente te va llevando por unos laberintos sombríos -continúa-, porque el misterio es oscuro, el misterio da miedo. ¿Acaso hay un misterio dulce? El laberinto es sombrío, tiene paredes altas y está oscuro, hay sombras... Este disco tiene mucho de eso."

-Después del accidente de Gabriel, ¿cambió tu forma de acercarte a la oscuridad, al misterio, a la muerte?

-A mí me hubiera gustado que me pasara como en las películas, que sucede algo, una especie de revelación, y el protagonista entiende todo y cambia para siempre. Pero no me pasó. Es más, creo que si hubiera entendido todo y se me hubiera revelado qué es lo que pasó con Gabi y por qué, no estaría tocando más música. Yo sigo en la montaña rusa. Un mes después del accidente estábamos tocando en Obras y no me hubiera perdonado no haberlo hecho. No digo que sea lo más sano, pero bueno, el rock nunca fue sano... Porque lo de Gabi no pasó yendo al almacén. Siempre estamos que no podemos más, que no paramos, y cuando tenemos un fin de semana libre nos vamos a tocar aunque sea gratis a algún lugar. A Gabi un poco le pasó lo del accidente por toda la locura ésa, pero yo sé que en ese momento él estaba contento, escuchando Bloc Party, con su auto nuevo, y de ahí nos íbamos a una supergira. Ahora continuamos en el mismo camino. Hay mucha gente que me dice: "Qué bueno, cómo cambiaste", pero yo adentro sigo en la misma tormenta de siempre o peor. Lo que sí aprendí es a convivir con esa tormenta.

El complot universal

A lo largo de seis discos de estudio -el primero, editado en 1997-, Fernando Ruiz Díaz construyó un universo poético que lo ubica entre los más originales compositores del rock de acá de la última década, donde la física y la metafísica se cruzan con el existencialismo de barrio, el surrealismo onírico, la ciencia, los mantras y la arquitectura. "Básicamente escribo porque si no estaría pateando los árboles a ver qué cae, pero no sé bien cómo surgen las canciones. Todavía no sé qué quisimos decir con este disco, porque el viaje que me como cuando lo hacemos es muy etéreo, no lo puedo definir mucho. Lo único que alcanzo a comprender es que una composición siempre duele, ¿entendés?

-No...

-Duele realmente, es como tener un hijo, al padre no le duele, pero a la madre sí. En este caso, uno más que padre es la madre de las canciones.

El músico que sostiene con orgullo que nunca hizo psicoanálisis y que confiesa no haber leído mucho en su vida, asegura que sus influencias pasan por una cuestión de actitud. "Quizá [Luis Alberto] Spinetta, en cuanto a actitud, sea el tipo que más admiro, junto a Dalí, Borges o Martin Gore. Musicalmente por ahí no conozco tanto, pero su actitud ante la vida y la obra ya es una influencia para mí."

-¿Lo conociste personalmente?

-Sí, hace mucho me lo presentó un amigo. Y fue increíble, porque me dijo: "Catupecu Machu me hace acordar a Pescado Rabioso... pero no te lo digo por la música, sino por la energía para armar un complot universal para que explote todo". En ese momento no supe qué decirle, me quedé maravillado por sus palabras, pero no las entendí.

-¿Y ahora sí?

-Cuando terminamos de grabar este disco, después de cinco meses viviendo y haciendo música en el campo, lejos de todo y después de todo lo que nos había pasado, vi esa imagen: vi a cuatro amigos juntos, armando el complot universal para que todo explote.

Simetría, opuestos aliados. Todo lo que va vuelve, aunque transformado, y hoy, a catorce años de su formación, se puede afirmar que Catupecu Machu es algo casi perfecto.

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